Alfredo Hernández Fuentes
Concentración del poder y debilitamiento institucional
La historia política mexicana nos muestra oscilación entre extensos ciclos de apertura democrática y etapas de concentración autoritaria del poder. En el contexto actual, México atraviesa una coyuntura crítica en la que las transformaciones institucionales promovidas desde el Ejecutivo Federal han reconfigurado los equilibrios del sistema político. Lo que en apariencia se presenta como un proceso de “reforma democrática” o de “renovación institucional” encubre, según diversos analistas, una tendencia creciente hacia una poderosarecentralización del poder político y el debilitamiento de los contrapesos republicanos.
Esta dinámica plantea preguntas esenciales para la ciencia política y el derecho constitucional: ¿hasta qué punto la concentración del poder puede coexistir con la democracia constitucional? ¿Cuál es el costo institucional de subordinar la pluralidad política a una lógica de liderazgo unipersonal? México ya está enfrentándose a un dilema histórico de difícil solución: autoritarismo versus Estado de Derecho. Se afirma que se cumple con los puntos estratégicos de la Agenda 20-30, recibida desde el Foro de Sao Paulo.
El actual Ejecutivo federal concentra influencia directa sobre los otros dos poderes del Estado, los sobrevivientes organismos autónomos, y buena parte de la agenda mediática. A diferencia de otras épocas donde la transición democrática se sustentó en la descentralización del poder, la etapa actual parece marcada por un retorno a la centralización bajo las ficciones del interés nacional y la liquidación de la corrupción legada por los gobiernos anteriores. Tendencia que podría explicarse como unhiperpresidencialismo caracterizado por una supuestalegitimación popular, la erosión de los contrapesos institucionales, la subordinación del Congreso de la Unión y del Poder Judicial a la voluntad del Ejecutivo.
Esta subordinación del Legislativo reproduce un fenómeno conocido en la teoría institucional como presidencialismo de partido dominante, donde la mayoría legislativa actúa más como brazo político del Ejecutivo que como poder ideológicoindependiente. El resultado es un debilitamiento de espacios para la cultura deliberativa y un empobrecimiento del pluralismo parlamentario, factores esenciales para la democracia representativa.
La creación de organismos constitucionales autónomos ha sidouno de los mayores logros del proceso de transición democrática mexicana. Su actual debilitamiento refleja una regresión que conduce a la liquidación de la democracia. El discurso de las “mañaneras” tiende a justificar estas acciones bajo la falsa retórica de la “austeridad republicana” cuando se sabe que, en la práctica, estas medidas redujeron la capacidad de los órganos autónomos para ejercer vigilancia, fiscalización y garantía de derechos. Los teóricos de la política afirman que la autonomía institucional no puede coexistir con la dependencia financiera ni con la intimidación política. El resultado final al que nos ha llevado este régimen es hacia un Estado donde la centralización del poder convirtió al Estado de Derecho en una caricatura.
La nueva esfera pública nos relata una relación altamente polarizada y desigual entre el poder político y la sociedad civil necesariamente plagada de tensiones. El mañoso discurso oficialse encuentra planteado desde hace 7 años para dividir a los actores sociales entre “pueblo” y “oposición”, lo cual llena el ambiente de incertidumbre e irracionales pugnas que inercialmente debilitan la confianza en los espacios intermedios de mediación democrática. Los medios pagados por el gobierno alimentan la estigmatización social en contra de las organizaciones civiles, círculos académicos y periodistas críticos.
La concentración mediática en torno a los medios públicos, sumada a la presión sobre las plataformas independientes, vino a modelar una esfera pública controlada donde la crítica tiende a ser percibida como traición política, así, el resultado innegable es que México sigue siendo uno de los países con mayor número de agresiones y asesinatos de periodistas en el mundo. Empero, la sociedad mexicana preserva una tradición de resistencia cívica. Los movimientos sociales etiquetados como feministas, ambientalistas y de derechos humanos continúan articulando nuevas formas de participación y deliberación pública, lo que evidencia que la democracia, aunque disminuida y abiertamente amenazada, se mantiene viva y todavía actuante.
La política gubernamental sobre el gasto social a través de los programas de pensiones universales y las becas educativas, sin duda fortalecen el concepto de la aceptación popular, pero al mismo tiempo ejercen el debilitamiento económico del Estado y el firme pronóstico de no poder mantener su sostenibilidad a largo plazo. La falsa austeridad republicana, presentada como virtud moral, se convirtió en un instrumento más de concentración política del discurso; de otra parte, la carencia decontroles institucionales y de una verdadera revisión adjetiva del gasto público, vendrá a erosionar la estabilidad fiscal y el desplome de las instituciones que hasta ahora han resistido los embates de la llamada “transformación”.
Así el estado de cosas, México se encuentra en un punto crítico, las reformas impulsadas por el poder ejecutivo y la nueva configuración del poder judicial ya definieron la desaparición de la democracia en un espeso fango del cual no se advierte forma de escapar en las próximas décadas. La concentración del poder respaldada por una falsa legitimidad electorera, la sumisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la opacidad administrativa, están llamadas a ser la guillotina de la pluralidad política.
Tenemos ante nosotros un panorama sombrío ya que la democracia mexicana, producto de largas luchas sociales y conquistas cívicas, se pudo sostener preservando la separación de poderes, la autonomía de las instituciones y la libertad de pensamiento. En este momento se ha perdido todo, y muy pronto no habrá voces críticas, tendremos la gradual desintegración de la familia, el espionaje personal y familiar en todas sus facetas, el desconocimiento de los derechos humanos y de las libertades individuales. ¡Pobre México!




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